Hoy te quiero hablar con claridad:
La mayoría no fracasa porque sus metas sean imposibles.
Fracasa porque trata esas metas como simples ideas bonitas… no como reglas de vida.
Dicen cosas como:
— “Quiero hacer ejercicio.”
— “Me gustaría ahorrar más.”
— “Voy a intentar publicar contenido.”
— “Ahora sí dejo el azúcar.”
Y sí, lo puedes desear con todo tu corazón…
Pero eso no garantiza nada.
Porque “querer” no mueve el mundo.
Lo que lo mueve son los estándares.
¿Qué es un estándar?
Un estándar es una regla personal que se cumple sí o sí.
No se negocia, no se discute, no se pospone.
Es como cepillarte los dientes o bañarte: lo haces sin pensarlo.
No te preguntas si tienes ganas.
Lo haces porque es parte de quién eres.
Es parte de tu identidad.
Porque define lo que estás dispuesto a tolerar de ti mismo.
Ambición vs. Estándar
Ambición: “Quiero ganar $3,000 al mes.”
→ Suena bien, pero si la vida se complica, lo dejas para después.
Estándar: “No acepto menos de $3,000 al mes.”
→ Harás lo que tengas que hacer para lograrlo, porque no aceptas menos.
¿Ves la diferencia?
Si algo no es un estándar, no es una prioridad real.
Por eso te cuesta ser constante.
Porque lo que dices que quieres no está alineado con lo que te exiges.
¿Qué hacer si no estás contento con tus resultados?
- Aclara lo que realmente quieres.
- Hazlo innegociable. Que sea parte de tu identidad.
- Actúa todos los días. Que sea parte de tu rutina, como comer o dormir.
- Cambia tu lenguaje. Olvida el “quiero” o “intentaré”. Di “lo hago” y “así soy”.
- Sé firme incluso en los días difíciles. Cumple tu estándar, aunque el mundo esté patas arriba.¿Quieres lograr más?
No se trata de subir tus ambiciones.
Se trata de subir tus estándares.
Epicteto lo dijo mejor que nadie:
Tus estándares no son metas. Son tu carácter. Y el carácter no se negocia. Se vive. Se honra. Se defiende
@adogel
