A veces el destino se escribe antes de que podamos leerlo. Para Jean Pool Alvarado, un joven violoncellista de 25 años nacido en Ocumare del Tuy, la música no comenzó como una decisión consciente, sino como un hilo invisible que pasó de las manos de su hermano mayor directamente a su corazón. Lo que inició como un gesto de imitación inocente, terminó convirtiéndose en la pasión que transformó su vida.
Jean comenzó su camino musical a los seis años, rodeado del calor comunitario del núcleo cultural de su pueblo. Tocó cuatro, flauta dulce, perteneció al coro, y entre melodías infantiles fue construyendo su sensibilidad artística. Sin embargo, su verdadero punto de inflexión llegó cuando recibió su primer cello. Lo sostuvo, lo escuchó… y aunque al principio lo eligió por seguir los pasos de su hermano, con el tiempo descubrió que aquel instrumento lo había elegido a él.
“Hubo un momento en el que simplemente dije: ‘Ajá, esto es lo mío’”, recuerda Jean. “Ahí sentí que el cello era mi lugar en el mundo”.
La música como refugio, camino y transformación
Para Jean, la música no solo ha sido un oficio: ha sido compañía, disciplina, sacrificio y recompensa. Le ha regalado paisajes que jamás imaginó recorrer, aplausos de miles de personas y la certeza de que ningún sueño es demasiado grande cuando se combina pasión con constancia.
También ha sido exigente: le quitó horas de sueño, lo llevó a ensayar sin descanso, y lo empujó a enfrentar escenarios frente a miles de personas. Pero el sacrificio, dice, siempre valió la pena. Cada desvelo se transformó en oportunidad.
Jean cuenta que una de sus experiencias más impactantes fue presentarse frente a 90.000 personas, un momento que describe como mágico: “Cuando lo logramos, sentí que la energía de los músicos era una ola que alcanzaba al público. Presentaron a la Orquesta Simón Bolívar como quizás la mejor del mundo… y yo estaba ahí. Era un sueño cumplido”.
Entre la fe, la humildad y la disciplina
Si algo caracteriza a Jean es su espiritualidad. Antes de cada presentación tiene un pequeño ritual: ora, no sobre el escenario, sino desde su habitación. “Yo solo no puedo”, confiesa. “Necesito pedir que todo salga bien”.
Esa mezcla de humildad y entrega es parte esencial de su identidad musical.
Un mensaje para quienes empiezan
Cuando se le pregunta qué le diría a un niño con miedo a comenzar en la música, no lo duda:
“Hazlo sin miedo. Inténtalo. Y si eres adulto, tampoco te limites: la edad no es un impedimento; es la actitud la que abre caminos”.
Su historia demuestra que el talento florece cuando encuentra tierra fértil. Jean tuvo el apoyo de sus padres desde pequeño, lo que le permitió avanzar sin dudas ni presiones externas. “La música nos quitó una preocupación a todos”, dice. “Mis padres confiaron en este camino tanto como yo”.
Un viaje que nació en el Tuy y aún continúa
Jean ha viajado por varios países gracias a su talento, cumpliendo el sueño que tenía desde niño: llevar música, esperanza y la visión del Maestro Abreu más allá de las fronteras.
Su vida es un recordatorio poderoso de cómo el arte puede convertirse en un puente hacia un futuro mejor, incluso para quienes nacen lejos de los grandes escenarios.
Hoy, tras años de disciplina, sacrificio y amor por su instrumento, Jean sigue tocando no solo para hacer música, sino para transformar vidas. Y como él mismo afirma:
“La música vence la pobreza espiritual y nos convierte en mejores ciudadanos. Yo soy testimonio de eso”.
@gatacronos se transmite por Latinos 100.3 FM todos los sábados de 2:00 p.m. a 4:00 p.m.
Conducción: Nahir Pérez “La Gata”
Producción: Guillermo J. Vegas
