La semana pasada hablamos de la ansiedad y cómo muchas veces aparece porque somos impacientes y queremos que todo pase ya.
Hoy quiero que hablemos del estrés.
Si te pregunto por qué estás estresado, seguro me dices algo como: “Tengo mil cosas encima. Estoy abrumado.”
Y sí, suena lógico.
Pero ese no es el verdadero problema.
Eso es solo el síntoma.
Estar abrumado no es el origen del estrés.
El origen está en que no tienes claro qué es lo importante.
No es que tengas demasiadas tareas.
Es que no sabes cuál de ellas realmente vale la pena.
Tu mente está hecha un desastre.
Y encima, te sientes orgulloso de estar ocupado, como si eso fuera señal de éxito.
Un Hombre Inferior presume de lo ocupado que está, de lo cansado que vive, de lo poco que duerme.
Se jacta de tener una lista larguísima de pendientes.
Pero confunde estar en movimiento con avanzar.
El Hombre Estoico piensa distinto.
No quiere hacer más, quiere hacer mejor.
No se enfoca en la cantidad, se enfoca en la precisión.
Sabe que no todas las acciones tienen el mismo peso, y que el poder está en saber priorizar.
Por eso hoy te invito a ver tu estrés desde otro ángulo.
No es que tengas demasiadas cosas.
Es que estás gastando energía en lo que no te lleva a ningún lado.
❌ Haces llamadas que no aportan.
❌ Respondes mensajes que no te suman.
❌ Aceptas compromisos que no te acercan a tu visión.
❌ Consumes contenido que no mejora tus habilidades.
¿Y qué pasa? Terminas agotado… pero sin avanzar.
Y lo peor: te da miedo soltar.
Crees que decir “no” te hace débil.
Pero no. Decir “no” a lo irrelevante es lo que te hace fuerte.
Los Hombres Estoicos lo sabemos:
Cada vez que decimos “sí” a lo que no importa, estamos diciendo “no” a lo que sí construye nuestro futuro.
Así que la próxima vez que digas “estoy abrumado”, recuerda:
No es que tengas mucho encima.
Es que tienes poco enfoque.
No es la cantidad de tareas.
Es la falta de prioridades.
“No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho.” — Séneca
