El 24 de agosto, el gobierno venezolano excarceló a 13 personas que estaban privadas de libertad por diversos delitos, una medida que ha sido recibida con cautelosa esperanza por la oposición y la comunidad internacional. Entre los liberados se encuentran tres exalcaldes opositores y dos ciudadanos italianos, lo que ha sido interpretado como un gesto de distensión en el marco de las complejas relaciones diplomáticas del país.
Un grupo de nombres significativos
La lista de liberados incluye a figuras destacadas como el exdiputado Américo De Grazia, quien también posee nacionalidad italiana. Otros nombres importantes son los de los exalcaldes Nabil Maalouf (Cabimas), Rafael Ramírez (Maracaibo) y Pedro Guanipa. La mayoría de ellos habían sido detenidos por acusaciones de corrupción o vínculos con supuestas tramas conspirativas, cargos que la oposición califica de motivaciones políticas. Seis de los liberados recibieron “casa por cárcel”, mientras que a los otros siete se les otorgó libertad plena.
La liberación de los dos ciudadanos italianos, uno de ellos siendo De Grazia, subraya la importancia de la presión diplomática. Países como Italia han hecho seguimiento constante a los casos de sus connacionales detenidos, lo que sugiere que este tipo de acciones podrían estar relacionadas con negociaciones internacionales.
El contexto y las lecturas de los expertos
Este evento se produce en un contexto de constantes llamados de la comunidad internacional para la liberación de todos los presos por motivos políticos. Organizaciones no gubernamentales, como el Foro Penal, han documentado la detención de cientos de personas por razones políticas. Aunque las excarcelaciones son celebradas por las familias y defensores de derechos humanos, la liberación de este grupo en particular deja un amplio número de personas aún detenidas.
Este tipo de acciones son analizadas por expertos en relaciones internacionales de distintas maneras. Algunos consideran que son gestos del gobierno para suavizar las tensiones con actores internacionales clave, como una forma de buscar un ambiente más propicio para posibles negociaciones. Para otros, es una táctica para demostrar que hay “avances” en materia de derechos humanos, sin ceder en el control político.
Este hecho, ocurrido un día después del inicio de un alistamiento militar masivo en Venezuela, denota que la situación del país se mueve en un equilibrio frágil entre los gestos de distensión y las demostraciones de fuerza.
Con información de EFE, DW, ElTiempo.