En esta columna hemos hablado bastante de la planeación y de lo importante que es.
De hecho, ayer hice la planificación de mi semana. Es un ritual que hago todos los domingos y que ya te he compartido varias veces.
Pero mientras estaba en eso, me di cuenta de algo: he cometido el error de no hablar tanto de una cosa que, en realidad, es todavía más importante que la planeación.
Estoy hablando de la preparación.

Porque así como el talento no sirve un carajo sin disciplina…
La planeación tampoco sirve de un coño sin preparación.
¿La razón?
La planeación parte de la idea de que todo va a salir como lo esperas.
La preparación, en cambio, parte de la idea de que el caos va a llegar y las cosas pueden salir mal.
Y dime, ¿qué pasa más seguido?
Exacto: el caos.

Cuando planeas, todo se ve perfecto en tu calendario, tu agenda, tus proyecciones de ventas en Excel.
Pero en la vida real…
Te entra una llamada inesperada
Te enfermas
Pierdes una venta por algo fuera de tu control
Te aparece un problema que no viste venir
Y ahí tu plan se rompe en la primera curva del camino. Planeaste para el orden, pero como no estabas preparado… el caos termina tumbando tus planes y tus resultados.
Por eso la preparación es clave. Es como una armadura: aceptas que lo inesperado va a llegar y aun así estás listo. Te anticipas a lo inevitable, y eso te da poder.

Prepararse significa:
Tener la disciplina entrenada para responder aunque no tengas ganas
Haber trabajado tu calma emocional para no perder la cabeza en momentos tensos
Diseñar sistemas flexibles que aguanten aunque nada salga como lo planeaste
El mundo no es ordenado. El mundo es impredecible, caótico y muchas veces duro.
Si solo planeas, tarde o temprano el caos va a destruir tu estrategia.
Pero si te preparas, el caos no podrá detenerte y tendrás la flexibilidad de ajustar los planes sobre la marcha.

Como decía Epicteto: “No es lo que te sucede, sino cómo reaccionas lo que importa”.
@adogel


