En el corazón de la cultura mirandina, el nombre de Ridel Castro resuena con la fuerza de las cuerdas de metal. Conocido artísticamente como “El Rey del Bordón”, este músico de alma campesina celebra 30 años de trayectoria, consolidándose como uno de los defensores más fieles del joropo de arpa, maraca y buche.
Una herencia de maestros y leyendas




La historia de Ridel es una herencia viva. Hijo de Hilario Castro y Verónica Torrealba, creció bajo la guía de gigantes como Silvio Armas, Ricardo Ramos y su padrino, Dionisio Bolívar, quien le dio el consejo que definió su carrera: “Toque el bordón duro”.A lo largo de su camino, Castro ha tenido el privilegio de compartir y “hacer llave” con los más grandes exponentes del género. Desde su primera grabación discográfica junto a Mario Díaz, Atilio Segovia y Silvino Armas, hasta acompañar al legendario Don Pancho Prin en su hogar en Ocumare. Su talento también ha respaldado a figuras como El Perico de Miranda, Panchito Prin y su compadre, el recordado Gabán Tacateño.
El salto a la pantalla nacional
Su maestría con las cuerdas de metal lo llevó a los escenarios más importantes del país. Ridel Castro llevó el sonido del Tuy a la televisión nacional, participando en múltiples ocasiones en el emblemático programa “Al Mediodía con Simón Díaz” (VTV), además de brillar en pantallas como Venevisión y TVS, siempre de la mano y con el apoyo del “Lorito de Miranda”, quien fue clave en su proyección radial y en los bailes populares.
“El Rey del Bordón” y su faceta como empresario.
Además de su destreza musical, a Ridel se le conoce en el gremio como “El Empresario”, un apodo también otorgado por el Gabán Tacateño. En el año 2000, impulsado por su visión de futuro, Castro fue uno de los pioneros en fundar un estudio de grabación especializado en Joropo Central, proyecto que con los años formalizó como una firma personal.”Mi compadre me llamó así porque fui de los primeros en tener un estudio para nuestra música. Hoy, ese espacio sirve para ayudar a nuevos amigos que inician su carrera artística, tanto en grabaciones como en producciones audiovisuales”, explica el artista.
Evolución al servicio del bailador
Para Ridel, el Joropo Central es un sentimiento diferente al llanero: “Es más sabroso para bailar”. Con tres décadas de evolución, su técnica ha cambiado para favorecer al cantante y, sobre todo, al bailador, logrando un equilibrio perfecto entre la melodía del metal y el repique del bajo.Con la humildad de quien ama sus raíces, Ridel Castro sigue firme en su misión: que el Tuy y toda Venezuela continúen zapateando al ritmo de su bordón, manteniendo viva una tradición que es alma y sangre de nuestro pueblo.


