Para la plataforma digital Somos del Tuy y el espacio Joropo Central, Ritmo y Relato, es un honor presentar a Freddy Salazar Franquiz, un bailador cuya vida está intrínsecamente ligada al pulso del joropo. Nacido en Ocumare del Tuy el 27 de julio de 1976, Salazar se define como “un hombre trabajador, familiar, parrandero y noble,” virtudes que irradia en cada una de sus ejecuciones dancísticas.
Criado en Independencia hasta los 15 años por sus padres, Freddy Salazar Mendoza y Nerida Franquiz, y sus hermanos, y residenciado actualmente en Tomuso, Salazar confiesa que su vocación es una herencia familiar que le fue transmitida por sus raíces. Para él, ser bailador de joropo central es sinónimo de distracción, pasión y alegría.
Su inmersión consciente en la danza comenzó a los 14 años, frecuentando el club “El Cazador”, en compañía de su tía Ismelda Salazar. Este compromiso temprano fue reconocido formalmente a sus 18 años con su primera placa.
Influencias, estilo único y conexión con el Arpa
Freddy Salazar Franquiz ha moldeado su arte bajo la guía de maestros y referentes como su tía Ismelda Salazar, Carmencita Piña, Nelly Bolívar y Tita Bracamonte. Su trayectoria incluye participaciones destacadas y la realización de talleres, como el que impartió en Portuguesa.
Su estilo es descrito por él mismo como “único,” caracterizado por el baile pasajeado y valseado. A través de su cuerpo, busca transmitir alegría, elegancia y respeto tanto al baile como al compañero.
En el joropo, la improvisación, el zapateo y el vestuario son esenciales, pero subraya la conexión con la música: “Juega un papel muy importante ya que en el baile llevo una gran conexión con el ritmo del arpa”, afirmó Salazar, añadiendo que al bailar siente “libertad y confianza” gracias a la destreza que ha desarrollado.


Horizonte promisorio para el Joropo y un legado de humildad
Para este defensor del joropo, la tradición central representa “pasión, amor y querencia.” Su fervor por el baile se basa en el deseo de que “nunca muera nuestra tradición” y de ser un “ejemplo a seguir para los futuros bailadores”.
Salazar observa el panorama actual del joropo tuyero y en Venezuela con optimismo: “lo veo progresando porque he observado que hay mucha juventud siguiendo nuestro legado”. Destacó también el rol esencial de la mujer, al considerarlas el “centro de atracción a la hora de bailar”.
En cuanto a la enseñanza y el legado, ha iniciado a su hija en el camino de la cultura y el baile. Está “presto y dispuesto” a enseñar a quien lo desee, haciendo hincapié en dos valores fundamentales a transmitir a las nuevas generaciones: la HUMILDAD Y EL RESPETO hacia lo que él llama “la guardia vieja”.
“Realmente siempre me doy a respetar. Y lo que sí me gustaría que pensaran de mí es que soy un gran ejemplo a seguir como bailador y defensor de nuestra cultura”, sentenció sobre el legado que aspira a dejar.
El joropo le ha enseñado sobre la vida, forjando amistades y promoviendo el respeto. Su mensaje a quienes aún no se acercan a esta expresión cultural es claro: “que interactúen con nuestra cultura y nuestra tradición para que observen lo bonito que es”.


