La mayoría fracasa porque no sabe lo que quiere.
Hoy quieren una cosa, mañana otra.
Redefinen lo que es “tener éxito” cada vez que algo les incomoda.
Y se excusan diciendo que están “probando”, cuando en verdad lo que están evitando es fajarse.
No tienen claro para dónde van.
Y si lo tienen, cambian de rumbo apenas se les pone la cosa difícil.
Dicen cosas como:
“Ya no quiero dinero, quiero paz.”
“Ya no quiero paz, quiero pasión.”
“Ya no quiero pasión, quiero libertad.”
Y mira, no hay nada malo en cambiar.
Lo que está mal es cambiar para no esforzarte.
Cambiar por flojera, no por crecimiento.
Haz la prueba:
¿Puedes escribir en una sola frase qué significa el éxito para ti?
Si no puedes… ahí está el detalle.
Lo que no se define, no se construye
Y lo que no se construye con claridad… se queda en el aire.
Cambiar tu idea de éxito cada vez que algo te duele es como cambiar de dirección cada vez que aparece una subida.
Así no vas a llegar nunca.
No es que no tengas talento.
Es que te saboteas justo cuando toca apretar los dientes y seguir.
Muchos no quieren definir su éxito porque eso los compromete.
Porque los obliga a decir no a muchas cosas.
Porque los deja expuestos si fallan.
Pero sin definición, no hay rumbo.
Y sin rumbo, no hay impulso.
Una sola frase puede cambiarte la vida.
Por ejemplo:
“Para mí, tener éxito es montar un negocio que me dé libertad pa’ trabajar en lo que me gusta, vivir donde me dé la gana y estar presente mientras mis hijos crecen.”
Esa frase te da norte.
Te ayuda a decidir qué sí, qué no.
Qué sumar, qué soltar.
Qué es parte del camino y qué es pura distracción.
¿Cuál es tu frase?
Piénsala.
Escríbela.
Pégala en la pared si hace falta.
Ponla de fondo de pantalla.
Porque si no puedes definirlo, no puedes construirlo.
Y si no puedes construirlo…
Vas a terminar fajándote toda la vida por algo que ni siquiera vas a reconocer cuando lo tengas enfrente.
@adogel
